1Instituto de Investigaciones Químicas FCPN – UMSA
2Instituto de Ingeniería Sanitaria y Ambiental – UMSA
3Academia Nacional de Ciencias de Bolivia
4Instituto de Investigaciones Fármaco Bioquímicas IIFB – UMSA
Cindy O. Yucra Veizan
El Programa Universitario “La UMSA Contra el Cáncer”, a través de “Noches de Ciencia” un espacio de discusión científica orientado a mejorar las condiciones de salud de la población boliviana, abordó la temática: “Calidad del agua de consumo en La Paz”, realizado el 15 de febrero de 2017 en el Paraninfo Universitario del Monoblock Central – UMSA. Se contó con la presencia del Dr. Waldo Albarracín Sánchez, Rector de la Universidad Mayor de San Andrés, quien realizó la inauguración del evento académico; posteriormente el Dr. Guido Zambrana Ávila, Decano de la Facultad de Medicina reflexionó acerca del manejo consciente del uso y necesidades del líquido elemental. De igual forma, se tuvo la participación de especialistas representantes de distintas instituciones académicas científicas, entre ellos la Dra. María Eugenia García Moreno del Instituto de Investigaciones Químicas; Ing. Carlos España Vásquez del Instituto de Ingeniería Sanitaria y Ambiental; Ing. Fernando Urquidi Barrau de la Academia Nacional de Ciencias de Bolivia y la Dra. María Teresa Alvarez Aliaga del Instituto de Investigaciones Fármaco Bioquímicas.
La Dra. María Eugenia García, desde un punto de vista académico, dio inicio al tema enfatizando acerca de la importancia de la calidad del agua de consumo en la ciudad de La Paz. Mencionó que Bolivia se encuentra en el séptimo lugar de deforestación, según datos de las Naciones Unidas. La Dra. García señaló que la deforestación es una de las causas principales de la escasez del agua, puesto que, disminuye la capacidad de la superficie terrestre para controlar el clima. También aludió que las reservas del agua de consumo de la represa Jampaturi llegaron a un 8% de su capacidad de almacenamiento; y la represa de Incachaca a un 5%, debido a la falta de seguimiento y monitoreo, sin dejar de lado que a partir del 2009 hubo un exceso en la demanda del agua de consumo que no fue debidamente controlada. Asimismo, sostuvo que en Bolivia existe un dispendio cultural y estatal del agua (enfocado a la minería). Según el Banco Central de Bolivia, el 41% de las cuencas hídricas del país es afectado por la minería y el 63% del agua de consumo procede de zonas mineras. En su investigación, priorizó el análisis de 17 vertientes manantiales y 34 tanques en diferentes zonas, estableciendo los parámetros de: pH, temperatura, conductividad, oxígeno, carbonatos, calcio, magnesio, sodio, potasio, hierro, zinc, manganeso, fluoruro, cloruro, nitritos, nitratos, fosfatos y sulfatos. Los resultados obtenidos de las vertientes analizadas fueron comparados con la Norma Boliviana 512 (NB 512 calidad de agua potable para consumo humano), los cuales mostraron valores elevados de nitratos (elemento químico que provoca la cianosis especialmente a niños), sulfatos, sodio y calcio. Además, en la mayoría de los tanques se obtuvo valores alcalinos de agua, valores elevados de calcio y cloro que provocan irritación en los ojos y la piel. Incluso se encontró contaminación bacteriana que causa afecciones gastrointestinales agudas en la población.
Posteriormente, el ingeniero Carlos España, enfatizó acerca de la cantidad y calidad del agua relacionado con la salud. Manifestó que del total del agua existente en el planeta sólo el 3% es agua dulce, y que este se distribuye en hielos (79%), aguas subterráneas (20%) y agua dulce superficial (1%), solo este último es aprovechable para el consumo. El Instituto de Ingeniería Sanitaria tomó muestras de agua provenientes de manantiales y procedió a controlar parámetros físicos, químicos y microbiológicos. Se obtuvo como resultado valores de nitratos entre 48 y 92,36 mg/l (según NB 512 el valor máximo de referencia de nitratos en agua de consumo es de 45 mg/l), lo cual puede provocar metahemoglobinemia. También se evidenció ausencia de cloro residual libre y presencia de coliformes termoresistentes entre 18 a 85.000 UFC/100 ml (según la NB 689 el valor de referencia es 0 UFC/100 ml de coliformes termoresistentes en agua de consumo) demostrando que estas aguas se encuentran contaminadas con heces fecales.
Luego, el ingeniero Fernando Urquidi expresó que el acceso al agua es esencial para el organismo, puesto que puede actuar como un escudo protector frente a enfermedades infecciosas. Urquidi señaló que existen diferentes leyes como la Ley 1333, Ley del Medio Ambiente, modificaciones en la Ley N° 2029 (Servicios de Agua Potable y Alcantarillado Sanitario) por la Ley Nº 2066 (Servicios de Agua Potable y Alcantarillado Sanitario) entre otras. Asimismo, sostuvo que existen normativas (NB 512, NB 689 y otros) y reglamentos que regulan el manejo del agua; sin embargo, no son aplicados en nuestro medio. Destacó que los responsables directos de la protección de los recursos naturales y del control de los recursos hídricos son las diversas entidades gubernamentales.
Finalmente, la Dra. María Teresa Alvarez puntualizó que la contaminación del agua de consumo por metales pesados, es un problema para la salud de la población, puesto que desencadenaría enfermedades como el cáncer. Milluni es una zona minera que drena sus aguas a Milluni Chico, Milluni Grande y Janko Khota, las cuales posteriormente forman parte del sistema de Achachicala. Esta última abastece con agua de consumo a las zonas de Sopocachi, San Pedro, Miraflores, San Jorge, Centro y Periférica de la ciudad de La Paz. La Dra. Alvarez realizó análisis fisicoquímicos y microbiológicos de las aguas colectadas de la zona de Milluni. Los resultados fisicoquímicos mostraron valores elevados de sulfato, arsénico, cadmio, níquel, hierro, manganeso y zinc; en lo microbiológico, se identificó enterobacterias como la Escherichia, probablemente causada por contaminación fecal de camélidos del lugar.
Los expertos académicos concluyeron que la gestión de los recursos hídricos no fue adecuada, puesto que existieron falencias en la aplicación de leyes y normas. Asimismo, se debe tomar en cuenta, no solo la cantidad de agua, sino también la calidad del agua de consumo.
La población debe aprender a valorar los recursos hídricos e implementar una cultura de cuidado de este elemento vital, comenzando en el hogar e incluyendo estrategias públicas y políticas de prevención para evitar nuevas crisis relacionadas a este recurso finito, fundamental e indispensable para la salud.
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